Ingo Swann fue un hombre con habilidades excepcionales. Desde su infancia, demostró tener el don único de ver y percibir lugares distantes sólo con su mente. Esta capacidad, conocida como "visión remota" o "proyección de conciencia", lo convirtió en un valioso activo para investigadores científicos y agencias gubernamentales.
En la década de 1970, Swann participó en varios experimentos de visualización remota en el Instituto de Investigación de Stanford. Sus logros fueron tan impresionantes que incluso la revista Reader's Digest publicó un informe detallado sobre sus éxitos.
Swann podía transportarse mentalmente a prácticamente cualquier lugar del mundo o el universo y describir con precisión calles, edificios y alrededores, así como los componentes de planetas, cráteres y más detalles físicos de planetas como Júpiter y hasta de nuestro satélite, la Luna.
En 1975, Swann recibió una llamada misteriosa que cambiaría el rumbo de su vida. Un grupo desconocido lo reclutó para un proyecto secreto de visualización remota, ofreciéndole una sustanciosa suma de dinero a cambio de su participación y absoluto silencio.
Tras aceptar la oferta, Swann fue trasladado a un edificio de la CIA, donde se le pidió que enfocara su mente en la Luna. Lo que vio allí lo dejó sin palabras y marcó un giro drástico en la comprensión del cosmos.
Swann exploró mentalmente la superficie lunar, comenzó a notar patrones y estructuras que desafiaban las creencias establecidas. Observó huellas en el suelo hechas por maquinaria pesada, cráteres llenos de una extraña neblina verde y vastas estructuras que emitían luces de diferentes colores.
Cuando Swann se acercó a una de estas estructuras y pudo mirar a través de las ventanas, presenció la actividad de seres humanoides claramente involucrados en algún tipo de trabajo. En un momento dado, estos seres se dieron cuenta de la presencia de Swann y lo miraron fijamente, dejándolo aterrorizado.
Enseguida el equipo de la CIA la dijo a Swann que regresara mentalmente a la Tierra, a lo que el vidente preguntó que si el equipo de investigación sabía que aquellos seres tenían también poderes mentales y se comunicaban telepáticamente. Pero sólo obtuvo silencia como respuesta y fue sacado abruptamente del edificio de la CIA y obligado a guardar silencio durante una década completa.
Tras décadas de silencio, Ingo Swann finalmente se decidió a compartir su extraordinaria historia con el mundo. En sus libros y entrevistas, detalló sus experiencias con las bases alienígenas en la Luna y las reacciones de las agencias gubernamentales ante estas revelaciones.
Sin embargo, sus testimonios son controvertidos y desafiantes para la ciencia convencional, lo que ha abierto una ventana a un mundo de posibilidades que podrían cambiar nuestras percepciones del cosmos y nuestra comprensión de la vida extraterrestre.
Por Ilse Roldán
@ilyrockmx
Esto es muy interesante.
Gracias por compartir la información
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