El Día Mundial de la Salud Mental nos recuerda la urgencia de abordar la crisis de salud mental en México. Aunque se está prestando más atención a esta cuestión, el estigma y la falta de políticas adecuadas siguen limitando el acceso a la atención. Por ejemplo, el estado de Chihuahua tiene la tasa de suicidio más alta del país, con 12 por cada uno. 100.000 habitantes, lo que pone de relieve la gravedad de la situación.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas en todo el mundo sufre algún trastorno o afección mental. Esta cifra no ha cambiado a lo largo de los años, lo que indica que el problema es estructural y requiere una intervención masiva. A nivel local, hay poco apoyo a la salud mental. En el plan especial de atención en materia de salud mental y adicciones 2024, sólo se destina al sector el 2% del presupuesto estatal. Es preocupante que el 80% de ellos se centren en el coste de funcionamiento de los hospitales psiquiátricos, dejando poca recompensa por la atención y la prevención.
El estigma asociado a la salud mental es otra barrera importante. Casi el 50% de las personas que entran en tratamiento psiquiátrico lo abandonan por miedo al rechazo y la discriminación. México ocupa el segundo lugar en América Latina en estigmatización de las enfermedades mentales, lo que hace más difícil buscar ayuda profesional.
Testimonio de una Paciente: La Lucha por la Atención
Maureen Terán, fundadora de la Asociación Civil Es Hora de Hablar y paciente con trastorno bipolar, comparte su experiencia sobre la falta de atención en salud mental en México. Maureen alzó la voz para resaltar las dificultades que enfrentan quienes buscan tratamiento.
Según ella, los hospitales psiquiátricos son pocos y sus condiciones no son suficientes. Aunque las clínicas privadas son ligeramente mejores, sólo pueden satisfacer los requisitos básicos de los pacientes estables y todavía existe una gran brecha en la atención integral.
Además, existe una grave escasez de psiquiatras. En el país sólo hay entre 9.000 y 10.000 psiquiatras y muchos especialistas tienen exceso de trabajo, lo que afecta a la calidad del tratamiento. Maureen enfatizó que diagnosticar trastornos mentales en México puede ser difícil y muchas personas no buscan ayuda por temor a ser estigmatizadas.
El acceso a medicamentos es otro problema que Maureen destaca. La falta de disponibilidad en el país ha llevado a muchos a recurrir a importaciones, lo que no es una opción para todos. “Con la salud mental no se debe jugar”, advierte, señalando que es crucial que el gobierno actúe en este ámbito.
La Necesidad de Normalizar el Diálogo
Maureen es una firme defensora de la normalización de las conversaciones sobre salud mental. "Deberíamos poder hablar de salud mental de la misma manera que hablamos de la gripe, el cáncer o la diabetes. Es importante que la gente se sienta segura al pedir ayuda”, dijo. Él cree que la salud mental en México es un privilegio, no un derecho, por lo que luchar por oportunidades justas es fundamental.
Adultos Mayores: Un Grupo en Riesgo
El envejecimiento de la población también plantea importantes desafíos para la salud mental en México. Según la Organización Mundial de la Salud, el envejecimiento conlleva un aumento de enfermedades neurodegenerativas y problemas de salud mental. En México, el 62.5% de las mujeres y el 56.4% de los hombres mayores de 60 años presentan deterioro de la memoria, lo que puede provocar una disminución en la calidad de vida.
Entre 2015 y 2030, se espera que la población mundial mayor de 60 años crezca un 64% hasta alcanzar los 1.400 millones. A medida que aumenta la población de edad avanzada en México, promover hábitos saludables y el autocuidado y proporcionar una nutrición adecuada son fundamentales para mejorar la calidad de vida y el bienestar emocional de esta población.
La Salud Mental: Un derecho para todos
La situación de la salud mental en México necesita atención inmediata. Es muy importante luchar para que la salud mental sea vista como un derecho y no como un privilegio. Es necesario aumentar el presupuesto para este campo, reducir el estigma, mejorar el acceso a la atención y normalizar las conversaciones sobre salud mental. Sólo así podremos crear un sistema de salud que realmente satisfaga las necesidades de todos los mexicanos, especialmente de los más vulnerables.
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