El 11 de septiembre de 2001, el mundo fue testigo de uno de los ataques más devastadores de la historia moderna. Cuatro aviones comerciales secuestrados se estrellaron contra las Torres Gemelas en Nueva York, el Pentágono en Washington D.C., y un campo en Pensilvania. Los atentados, atribuidos a la organización terrorista Al Qaeda, dejaron un saldo de casi 3,000 muertos y sacudieron la política global. Sin embargo, desde aquel fatídico día, han surgido innumerables teorías de conspiración que sugieren que la versión oficial de los hechos podría no ser la completa verdad.
A continuación, exploramos algunas de las teorías conspirativas más conocidas sobre los ataques del 11 de septiembre y las controversias que aún rodean este evento.
Una de las teorías más persistentes es que el gobierno de Estados Unidos, o al menos ciertos actores dentro de él, estaba involucrado en la planificación y ejecución del 11 de septiembre. Esta teoría sugiere que los ataques fueron un autoatentado (inside job), diseñado para justificar la invasión de Irak y Afganistán, así como la expansión de la política de vigilancia y control global por parte de EE.UU. Los partidarios de esta teoría destacan una serie de anomalías y presuntas contradicciones en la respuesta del gobierno, argumentando que la administración de George W. Bush pudo haber ignorado advertencias previas sobre los ataques o incluso haber facilitado que ocurrieran.
El Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) tardó en interceptar los aviones secuestrados, lo que llevó a algunos a sugerir que hubo una orden de no actuar.
Después de los ataques, EE.UU. invadió Irak en 2003 basándose en acusaciones de que el país tenía armas de destrucción masiva y vínculos con Al Qaeda, acusaciones que luego resultaron ser falsas. Algunos teóricos ven esto como un motivo claro para orquestar los ataques.
Este grupo neoconservador defendía una política exterior agresiva en el Medio Oriente. En un informe de 2000, mencionaron que se necesitaría un "nuevo Pearl Harbor" para justificar tales políticas, lo que algunos ven como un presagio de los eventos del 11-S.
Otra teoría ampliamente discutida es que las Torres Gemelas no colapsaron únicamente debido al impacto de los aviones y el fuego posterior, sino que fueron demolidas con explosivos colocados estratégicamente en el edificio. Esta hipótesis ha sido promovida por ingenieros, arquitectos y expertos que cuestionan cómo las torres pudieron haber caído de manera tan simétrica y rápida sin una intervención adicional.
Velocidad de la caída: Las torres cayeron a velocidad casi de caída libre, lo que, según algunos expertos, es característico de una demolición controlada.
Temperatura del fuego: Se ha argumentado que el combustible de los aviones no habría sido suficiente para derretir el acero de las estructuras, como sugirió el informe oficial.
Testimonios de explosiones: Varias personas que estaban dentro de las Torres Gemelas mencionaron haber escuchado explosiones en los pisos inferiores antes y durante el colapso.
Uno de los puntos más discutidos en esta teoría es el caso del World Trade Center 7, un edificio adyacente que también colapsó el 11 de septiembre, a pesar de no haber sido golpeado por ningún avión. Los críticos de la versión oficial sugieren que el colapso del WTC 7 es aún más sospechoso, ya que cayó de manera similar a una demolición controlada sin haber sufrido daños estructurales significativos.
Otra teoría cuestiona lo que ocurrió con el Vuelo 77, que supuestamente se estrelló contra el Pentágono. Los escépticos afirman que el daño causado al edificio y los escombros recuperados no son consistentes con el impacto de un avión comercial. En su lugar, algunos sugieren que el Pentágono fue atacado por un misil o una explosión interna.
Las fotos del lugar del impacto muestran una notable falta de escombros de un avión del tamaño de un Boeing 757. Teóricos afirman que debería haber habido más restos visibles si un avión comercial realmente hubiera golpeado el edificio.
Los teóricos argumentan que el tamaño del agujero dejado en la estructura del Pentágono no coincide con el impacto de un avión de pasajeros, sino más bien con algo más pequeño, como un misil.
Los videos de seguridad publicados años después del ataque muestran imágenes borrosas del impacto, pero no un avión de manera clara, lo que alimenta aún más las especulaciones.
El Vuelo 93 es el cuarto avión secuestrado, que supuestamente fue derribado por los propios pasajeros en un campo en Pensilvania, impidiendo que alcanzara su objetivo (posiblemente el Capitolio o la Casa Blanca). Sin embargo, algunos teóricos creen que el avión fue derribado por el ejército de EE.UU. para evitar un ataque en suelo de Washington D.C.
Algunos testigos señalaron que los restos del Vuelo 93 estaban esparcidos en un área mucho más amplia de lo que sería esperable si el avión se hubiera estrellado directamente contra el suelo. Esto sugiere que el avión pudo haber sido derribado en el aire.
Se han planteado dudas sobre las llamadas telefónicas realizadas por los pasajeros desde el avión. En 2001, era prácticamente imposible realizar llamadas telefónicas desde aviones comerciales a esa altitud y velocidad, según expertos en telecomunicaciones.
Otra línea de teorías se centra en los beneficiarios de los ataques del 11 de septiembre. Algunos creen que ciertos sectores financieros y geopolíticos ganaron mucho con los eventos de ese día, y que los ataques pudieron haber sido planeados para servir a intereses económicos o estratégicos.
La guerra contra el terrorismo resultante de los ataques del 11-S benefició enormemente a las industrias militares y de defensa, con billones de dólares invertidos en contratos militares.
Se han señalado actividades financieras sospechosas, como ventas masivas de acciones de aerolíneas y compañías financieras antes del 11 de septiembre. Algunos teóricos sugieren que ciertos actores podrían haber tenido conocimiento previo de los ataques y habrían obtenido beneficios financieros a partir de ello.
Las invasiones de Afganistán e Irak proporcionaron a EE.UU. una mayor influencia en regiones clave productoras de petróleo, lo que también ha sido mencionado como un posible motivo detrás de los ataques.
Una parte importante de las teorías conspirativas se centra en el papel de los medios de comunicación y la manipulación de la narrativa oficial. Los críticos señalan que, desde el principio, los grandes medios adoptaron sin cuestionar la versión gubernamental, lo que llevó a la marginalización de cualquier voz disidente.
Algunos teóricos creen que los medios de comunicación están controlados por intereses alineados con el gobierno y que la información crítica fue suprimida para mantener la narrativa oficial.
Documentales como Loose Change y Zeitgeist se volvieron populares al desafiar la versión oficial, argumentando que ciertos hechos claves fueron omitidos o distorsionados por los medios principales.
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