En el corazón de la campiña inglesa, en el pueblo de Woolpit, Suffolk, ocurrió un extraño evento que ha cautivado la imaginación y desconcertado a historiadores y estudiosos durante siglos. En el año 1191, dos niños de apariencia peculiar aparecieron de repente en los campos, hablando un idioma desconocido y con la piel de un tono verde verdoso. Este enigmático suceso, conocido como el caso de los "Niños Verdes de Woolpit", sigue siendo un misterio sin resolver hasta el día de hoy.
La Aparición de los Niños:
Un día de verano, mientras cosechaban en los campos, algunos segadores se encontraron con dos niños, un niño y una niña, que estaban sentados bajo un árbol. Ambos eran pequeños, de complexión frágil y vestían ropas extrañas y anticuadas. Lo que más sorprendió a los segadores fue la peculiar tonalidad verde de su piel.
Comunicación Incomprensible:
Los niños no hablaban ningún idioma conocido en la región. Intentaron comunicarse con ellos utilizando gestos y dibujos, pero sin éxito. Solo podían emitir sonidos guturales que nadie lograba descifrar.
Adaptación a la Vida en Woolpit:
A pesar de las dificultades iniciales, los niños fueron acogidos por Roger de Calne, un terrateniente local, quien les dio un hogar y les enseñó inglés. Poco a poco, se adaptaron a la vida en Woolpit y aprendieron a hablar y comportarse como los demás niños del pueblo.
El Misterio de su Origen:
El origen de los Niños Verdes sigue siendo un enigma. Se han propuesto diversas teorías, desde que provenían de una tribu perdida en el bosque hasta que eran seres de otro mundo. Sin embargo, no hay evidencia que respalde ninguna de estas hipótesis.
Un Final Desconocido:
La niña de los Niños Verdes murió pocos años después de su llegada a Woolpit. El niño, por su parte, se integró a la comunidad y vivió una vida normal. Se casó y tuvo hijos, y su linaje aún perdura en la región.
Un Legado de Fascinación:
El caso de los Niños Verdes de Woolpit sigue siendo un misterio sin resolver que ha inspirado historias, leyendas y obras de arte a lo largo de los siglos. Su historia nos recuerda la capacidad de la mente humana para creer en lo inexplicable y la fascinación que siempre ha despertado lo desconocido.