El Atelopus varius, comúnmente conocido como el sapo arlequín variable o sapo arlequín de Costa Rica y Panamá, es un anfibio de la familia Bufonidae. Este pequeño sapo es notable por su brillante coloración, que varía considerablemente entre los individuos, combinando tonos de verde, amarillo, negro y naranja. Los machos generalmente miden entre 3.5 y 4.5 cm, mientras que las hembras alcanzan hasta 5 cm, siendo ligeramente más grandes.
Su piel, suave al tacto, está cubierta de glándulas venenosas que secretan toxinas, lo que les proporciona un mecanismo de defensa eficaz contra depredadores.
El Atelopus varius habita en regiones tropicales y subtropicales, preferentemente en bosques húmedos montañosos y a lo largo de cursos de agua limpia y corriente.
Este sapo muestra una clara preferencia por las áreas elevadas, situadas entre los 1,000 y 2,000 metros sobre el nivel del mar, donde el clima fresco y la vegetación densa le proporcionan la humedad y cobertura necesarias para su supervivencia. Es común encontrarlo cerca de arroyos y riachuelos, donde deposita sus huevos y las larvas completan su desarrollo.
Esta especie es endémica de Costa Rica y del oeste de Panamá. Históricamente, su distribución cubría una amplia franja que se extendía desde el oeste de Costa Rica hasta el oeste de Panamá, abarcando ambas vertientes, atlántica y pacífica. Sin embargo, en las últimas décadas, su rango de distribución ha disminuido de manera alarmante debido a la pérdida de hábitat y la propagación de enfermedades. Actualmente, las poblaciones remanentes sobreviven en fragmentos de bosque aislados dentro de esta área geográfica, lo que las hace extremadamente vulnerables a las amenazas ambientales.
El Atelopus varius juega un papel fundamental en su ecosistema como depredador de pequeños invertebrados, contribuyendo a la regulación de las poblaciones de insectos. Además, sus hábitos de anidación cerca de cuerpos de agua lo convierten en un bioindicador clave para evaluar la salud de los ecosistemas acuáticos. Los sapos de esta especie son sensibles a los cambios en la calidad del agua y la presencia de contaminantes, lo que les confiere un papel crucial como indicadores ecológicos.
El estado de conservación del Atelopus varius es sumamente crítico. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo clasifica como "En Peligro Crítico" debido a la drástica disminución de su población. Las principales amenazas incluyen la quitridiomicosis, una enfermedad fúngica devastadora para los anfibios, así como la pérdida de hábitat causada por la deforestación, el cambio climático y la contaminación del agua. A pesar de los esfuerzos de conservación, como los programas de cría en cautiverio y la protección de hábitats esenciales, la especie continúa enfrentando un alto riesgo de extinción en su entorno natural.
MVZ Especialista Elsa Diéguez B.
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