Cerca de la costa de Yonaguni en 1987 se encontró una edificación a 25 metros de profundidad. Fue descubierta accidentalmente por Kihachiro Aratake, un buzo que se encontraba explorando la zona. Nombraron la zona como la Atlántida Asiática y desde ese momento se ha vuelto un enigma debido a la alta actividad UAP/OVNI que presenta la zona.
A partir de su descubrimiento se ha cuestionado si la edificación rocosa es natural o construida por el hombre. El Monumento Yonaguni es un monolito de 50 metros de largo y 20 metros de ancho y es uno de los sitios submarinos más inusuales del mundo. Se cree que tiene más de 10.000 años, pero existen diferentes teorías sobre su origen. Algunos creen que son los restos de una civilización perdida hace mucho tiempo que floreció en el Océano Pacífico: el pueblo Jomon, que vivió en el Japón prehistórico alrededor del año 12.000 a.C.
Otra teoría es que es una formación natural similar a la que se encuentra en Irlanda del Norte conocida como la Calzada del Gigante. En la que las rocas fueron formadas por una exploción volcánica hace millones de años. Se cree que su formación puede ser algo parecido pero se fue puliendo bajo el agua debido a la zona que es altamente sísmica.
Sin embargo, no se ha logrado determinar con exactitud la procedencia de esta estructura piramidal bajo el agua. Hoy en día, con el nuevo estudio de la universidad de Harvard se especuló que Yonaguni es un posible portal o base alienígena. Por lo cual explicaría la alta actividad OVNI presentada en la zona.
No hay evidencia concreta que demuestre la existencia de este portal, más el estudio de la Universidad de Harvard sugiere que seres extraterrestres, denominados "criptoterrestres", podrían vivir de forma encubierta entre los humanos en la Tierra. Estas entidades podrían existir bajo tierra, en la luna o disfrazadas de humanos. El estudio explora diversas formas de criptoterrestres y exige una consideración abierta a pesar del escepticismo.
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