El Monte Kailash, ubicado en el Tíbet, es una de las montañas más veneradas y misteriosas del mundo. Con altitud de 6,638 metros, su forma piramidal perfecta y ubicada en la meseta tibetana, en un sitio único tanto desde el punto de vista geológico como espiritual. Su aislamiento y dificultad de acceso lo han mantenido como un lugar casi intacto por la presencia humana, lo que ha reforzado su carácter sagrado e inaccesible.
Este monte es considerado sagrado por cuatro religiones: el hinduismo, el budismo, el jaimismo y la tradición chamánica bön.
Nunca ha sido escalado, ya que las creencias sostienen que ascenderlo sería una profanación. La prohibición de su escalada ha sido respetada por montañistas experimentados, refuerzando su estatus como un sitio espiritual y místico.
Para los hinduistas, el Monte Kailash es la morada del dios Shiva, quien reside en su cumbre junto a su esposa Parvati, meditando en un estado de absoluta paz. En la cosmología hindú, esta montaña es vista como el eje del mundo, conectando el cielo, la tierra y el inframundo.
En el budismo, el Monte Kailash es conocido como el hogar de Demchok (Chakrasamvara), una deidad tántrica que representa la iluminación suprema y la unión de las fuerzas opuestas
Para los jaimistas, el monte es un lugar de extrema importancia, ya que se cree que Rishabhanatha, el primer Tirthankara (maestro iluminado), alcanzó la moksha (liberación espiritual) en este sitio.
En la religión bön, la más antigua del Tíbet, el Monte Kailash es considerado el eje cósmico del universo, el centro de la existencia, y un lugar de poder espiritual donde habitan deidades y espíritus protectores. Para sus seguidores, la montaña ha sido venerada desde tiempos inmemoriales y es considerada el punto de conexión entre lo visible y lo invisible.
En los Puranas hindúes, textos sagrados de la India, el Monte Kailash es descrito como el pilar central del mándala cósmico, representando el equilibrio y la armonía del universo. También es mencionado en textos budistas tibetanos como un sitio de grandes bendiciones espirituales, donde los peregrinos pueden limpiar sus malas acciones y obtener méritos para futuras vidas.
Su cumbre, cubierta de nieve durante todo el año, es vista como un símbolo de renovación y buena fortuna.